miércoles, 29 de abril de 2020

El Poder no habla

Trabajaba como regidor de eventos en una productora que tenía como cliente a una gran multinacional española de sector de las telecomunicaciones, esta empresa estaba preparando su cambio de logotipo para a hacerse global, y otras cuestiones organizativas importantes, y organizó un encuentro con los directores de las filiales en Latam (como ellos la llaman) es decir America Latina, y los de Europa, EEUU y Marruecos, donde tenían una fuerte implantación.

La convención se celebraba en un palacio que tiene la O.N.C.E. en Madrid por la zona del Paseo de la Habana, el Palacio de los duques de Pastrana, aunque el auditorio no estaba muy bien equipado, era suficiente y el resto de las instalaciones hacían que el lugar fuera perfecto para esta ocasión, de hecho tenia un magnifico comedor, idóneo  para dar de comer a todos los asistentes y suficientemente lujoso para resultar impresionante, con unas grandes puertas a lo largo de todo el  lateral que daban al jardín y que estaban decoradas por unas pomposas cortinas de pesado terciopelo rojo.


Estuvimos trabajando allí desde 3 días antes de que se celebrase el evento, dejándolo todo a punto. El escenario, las luces, los grandes proyectores de video para las presentaciones, en fin como siempre, con algunos problemas incomprensibles para nosotros pero, todo bien. El día antes del evento a media mañana llego el director de la compañía que venia de viaje de no se donde, bueno de Finlandia venía, el caso es que empezó a recorrer las instalaciones con su séquito (que era bastante numeroso) y alguno de nosotros, yo no se porque estuve en alguna parte de ese paseo, desde que entro por la puerta, no nos presentaron desde luego, no dijo ni una sola palabra , todo el mundo a su alrededor le daba las explicaciones que creía necesarias, de cómo se iba a desarrollar el evento, de la intervención de los directores de las áreas y países… de repente entramos en el comedor, el tío miró las preciosas cortinas y sin cambiar el gesto ni decir una sola palabra miro a uno de sus asistentes, este inmediatamente empezó a disculparse diciendo que inmediatamente lo iban a solucionar, resulta que el rojo era el color corporativo de la competencia, el suyo era el azul…se armo un gran revuelo y tuvimos que conseguir unas cortinas azules y cambiarlas.

Al día siguiente era la convención era el 12 de febrero de 2005, recuerdo la fecha porque por la mañana pronto cuando iba para allá pase por delante del Edificio Windsor, y vi que se había quemado, no le di mayor importancia, tanto me absorbía este trabajo que para mi una mera anécdota. Al llegar al auditorio nos dijeron que el presidente de la compañía (no el director) iba a hacer una intervención y que iba a pasar un power point a pantalla completa, les dijimos que vale que no había problema que le daríamos un pulsador para que fuera pasando las diapositivas del documento, nos miraron como si hubiéramos dicho la mayor herejía, el presidente de esa compañía no apretaba ningún botón ¿Qué nos habíamos creído?

Les ofrecimos otras alternativas pero ninguna les convenció, al final la cosa quedo así, el presidente estaba en el escenario dando su discurso, sentado en primera fila había una persona que sabía el discurso y cuando cambiar las diapositivas con un intercomunicador, en la cabina de control había otra persona con otro intercomunicador que recibía las ordenes del que estaba sentado y entonces tocaba en el hombro al encargado del escenario para apretara la tecla “enter” y cambiara la diapositiva.

Bueno pues eso el camino para ser director o presidente de grandes compañías pasa por no hablar y no apretar botones.



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