No
sé porqué fuimos de vacaciones a México aquel año, no lo se pero el caso es que
allí estábamos Ana y yo en un avión con destino a Nueva York donde haríamos
escala y luego a México DF, en Nueva York empezamos con las tonterías todos los
pasajeros descendieron del avión menos unos cuantos a los que nos dijeron que esperáramos,
al final entro en la cabina una mujer policía negra y gorda como de las películas
(bueno ya sabéis que todo en EEUU es como en las películas) y nos escoltó hasta
una habitación de la que nos dijo que no podíamos salir…sin dar la mas mínima
explicación, la escala era de pocas horas así que esperamos, pasado el tiempo
nos recogieron y volvimos a subir al avión que emprendió rumbo a México DF
donde llegamos de noche.
No
se si teníamos el hotel concertado desde España o lo encontramos allí, el caso
es que nos alojamos en un establecimiento muy cercano al Zócalo en el casco histórico
un sitio que debió ser un gran hotel en
tiempos, con amplios pasillos y escaleras decoradas con arañas en el centro.
Dormimos e intentamos superar el Jet Lag, creo recordar que como al segundo día
bajamos a desayunar, fue la primera vez que tome picante en el desayuno, una
comida muy completa con bollos suizos, café jugo y unos huevos rancheros con bien
de chile serrano, tomar un sorbo de café con leche caliente con la boca
ardiendo por el chile serrano es una experiencia que recuerdo todavía.
Los
días en El DF pasaron entre numerosas visitas a los monumentos y lugares de interés
(no llegamos a Chapultepec) visitamos El maravilloso Museo Arqueológico donde
la fuente de la entrada con frases de Popol Vu te recibe indicando la veneración
que a mi juicio precisa el lugar , la casa Trotsky historia viva en la que los
españoles (¿o solo los catalanes?) tenemos nuestra participación, la casa Azul
donde Frida Kahlo vivió y sufrió, Xochimilco esos magníficos y laberínticos
jardines flotantes, Teotihuacan como anticipo para nosotros de la cultura
precolombina… disfrutamos mucho de todo esto.
Empezamos
nuestro viaje por el sur del país yendo hasta Veracruz, la ciudad mas caribeña
de todo México con sus músicos callejeros tocando marimbas, su numerosa
población mulata y su calor húmedo, el hotel en el que nos hospedamos era como
u antiguo convento con las habitaciones que daban a un amplísimo corredor
asomado a un patio con palmeras, no conozco Cuba, pero me la imagino así.
Para
llegar hasta Mérida que era nuestro siguiente destino no fuimos por la costa
del Golfo de México, sino que fuimos a algún sitio del interior, del paso por allí
solo recuerdo que alguien nos dijo que era una zona de brujos y chamanes, cosa
que en aquel momento no nos importo y que dormimos en un hotel pequeñito con
una piscina rodeada de palmeras que era
una maravilla. Y por fin llegamos a Mérida aquí nos hospedamos en una pensión
del centro con “abanico de techo” es decir ventilador y desde la ciudad hicimos
alguna excursión a los cenotes que son enormes dolinas totalmente cubiertas de
agua en mitad de la selva.
Desde
aquí fuimos a Cancún (no era ni la décima parte de lo que es ahora) donde
llegamos anocheciendo, nuestra idea era ir a Isla Mujeres una isla que esta
frente a Cancún a unas 5 millas
náuticas, nos dijeron que el ultimo barco ya había zarpado, pero que podíamos
coger (bueno dijeron agarrar) un taxi que nos llevaría, ni cortos ni perezosos
nos fuimos al muelle y hablamos con un tipo que tenia una barca y dijo que si
que nos llevaría por tanto dinero, nos pareció bien y ya de noche nos subimos a
la lancha y nos hicimos a la mar, joder al poco tiempo de estar en el bote empecé
a pensar que si el tío no era trigo limpio nos podía tirar por la borda
quedarse con nuestros equipajes y ya esta…pase miedo, pero no el tío era un
taxista normal y corriente, cuando llegamos a la isla desembarcamos y ya.
Apenas había turismo es Isla Mujeres y menos por la noche, los turistas que venían
desde Cancún se marchaban por la tarde, buscamos donde dormir y a la mañana siguiente
nos fuimos a hacer lo que hacia todo el mundo nadar con tiburones, era una
especie de redil en el agua donde había varios tiburones gato, desde luego no
nos metimos, los chavalitos mexicanos que estaban en el agua agarraban a los
tiburones por el “cuello” e les sacaban la cabeza fuera del agua, claro estos
se mosqueaban y se zafaban bruscamente del abrazo infantil. Luego fuimos a
bañarnos a una playa en la que decían que se podían ver muchos peces,
casualmente llevábamos una cámara subacuatica, si una Minolta amarilla pequeña
(película de 110) y claro era nuestra ocasión, el agua estaba turbia y apenas
se distinguía nada pero si pudimos ver unas tortugas, las llaman caguamas, y
una barracuda si un pez depredador (y carnívoro) peligrosísimo…pero que no nos
atacó.
Desde
Mérida agarramos el autobús hasta Palenque, allí estuvimos en un hotel donde
coincidimos con una pareja de homosexuales españoles, que casualmente habíamos
estado juntos confinados en el aeropuerto de Nueva York y a los cuatro nos
gustaba mucho el tequila (menudas crudas), y nos fuimos al área Arqueológica de
Palenque, impresionante las pirámides escalonadas en mitad de la selva y detrás
de las pirámides nada….solo selva, subir a las pirámides era agotador con unos
escalones altísimos y muchos, como decía ese humorista no me extraña que al
llegar arriba les sacaran el corazón, lo llevaban en la boca, y los puestos de artesanía
de los indios Lacandones, como decían por allí los Hippies de los indios, con
el pelo largo y unas túnicas de color blanco crudo de lino o algo así, en uno
de los puestos compre un arco con un haz de 5 flechas, varias de ellas con
punta de piedra tallada, que todavía tengo, evidentemente no servían como arco
pero como artesanía para alguien de Lavapies como nosotros eran impresionantes.
Y
luego hicimos uno de los viajes mas asombrosos que he hecho nunca, atravesamos en
autobús la selva Lacandona hasta llegar a San Cristóbal de las Casas, durante
el trayecto a cada momento se veía un indio Tzotzil, o de otra tribu apostado
en el limite de la selva esperando el autobús, este paraba y el indio se subía,
cada uno iba vestido con el traje de su tribu, como si un cromo de “Familias
del mundo” se tratara, eso era el México indígena, que tantas discusiones
creaba en el seno de los partidos progresistas Mexicanos (básicamente el PRD)
pues algunos se quejaban de que estaban apoyando por indígenas a sociedades que
no tenían ni un ápice de democracia.
En
San Cristóbal de las Casas estuvimos poco tiempo, el justo para ver algunos
museos como la Casa
del Jaguar, y otros, visitar el Zócalo, es posible que la Catedral y como no San Juan
Chamula, donde nos quedamos impresionados por el sincretismo de la religión
cristiana con la indígena. Unos años mas tarde en el 94 yo pase una temporada
mas larga en San Cristóbal, una temporada que tiene entidad suficiente para
tener una entrada propia mas adelante.
De
allí fuimos por Oaxaca, donde vimos algunas otras zonas arqueológicas que nos
impresionaron menos por el entorno en el que estaban, un páramo normalito, pero
que luego se has revelado como zonas mucho mas productivas en cuanto a restos,
que las otras mas espectaculares. Y fuimos hasta Puerto Ángel, ¿porqué? No
tengo ni idea (me dice Ana con la que acabo de hablar que teníamos la guía del
Trotamundos) es probable que intentáramos acercarnos a Zipolite, una playa
famosa en los ambientes alternativos por su nudismo y la cantidad de mota que había
por allí.
El
caso es que fuimos a parar a esta bahía absolutamente espectacular, una bahía
pequeña que en la playa tenia dos o tres restaurantes y en las laderas de las
montañas que la circundaban estaba el pueblo, en una pensión en la ladera nos
instalamos, desde allí tumbados en la hamaca podíamos ver toda la bahía,
chiquita y bien cerrada (luego, la playa que se ve en la película “La Playa ” me la ha recordado
siempre) todas las tardes llovía con un gran aparato de rayos y truenos, la
familia que regentaba el restaurante de la playa tenia allí varada una barca de
fibra de vidrio donde recogían el agua de la tormenta para usarla en sus
menesteres. Como digo me imagino que como todo, Puerto Ángel se habrá
turistizado pero aquel año de 1990 era un lugar muy parecido al paraíso.
A
la vuelta ya hacia el DF pasamos por Puerto Escondido un lugar muy turístico
que no nos agrado mucho, recuerdo que al final fue allí donde probamos el coctel
de marisco a la mexicana que allí eran una especie de ostras (ostiones los
llaman) mas parecidas a las de Re que a las que consumimos en España de plato,
bueno eso las ostras con Ketchup, si como suena con Ketchup, y no es que la
receta original lleva salsa de tomate, no la receta original lleva Ketchup ¿?.
Llegamos
al DF y antes de volver para España hicimos una excursión a Cuernavaca, yendo para
allá nos contaron que la ciudad Azteca se llamaba Cuanahuac pero que a los
españoles invasores les daba pereza decirlo y como les sonaba a Cuernavaca con
este nombre se quedó, allí visitamos la casa de Hernán Cortes que luego fue el
Palacio de Malinche, y andando por allí algún mexicano nacionalista nos dijo
que nuestros antepasados habían estado allí robando y asesinando todo lo que
encontraban, alguien también me dio la respuesta correcta, solo había que
decir, no, fueron tus antepasados los que hicieron eso, los míos se quedaron en
España.
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