lunes, 13 de abril de 2020

El Amazonas

Diciembre de 1993

Estoy con Imanol en la ciudad de Belem, en la desembocadura del amazonas, a 160 Km. de la línea del ecuador, y acaba de pasar la tormenta de todas las tardes, aquí todos los días a eso de las tres o las tres y media cae una tormenta, hasta tal punto es así que la gente no queda a una hora, queda después de la tormenta. Para llegar hasta aquí desde Recife hemos hecho un viaje en autobús de 32 horas….si, si como suena 32 horas, menos mal que los autobuses aquí en Brasil están bastante bien y en las estaciones de autobús hay duchas y todo lo necesario, todo muy limpio y agradable. A lo largo del camino pasamos por un puesto de policía que comprobaba si tenias el certificado de la vacuna contra la fiebre amarilla y no se cuantas enfermedades tropicales más y si no lo tenias te vacunaban allí mismo, yo por suerte logre escabullirme y que no me pincharan, pues sinceramente tenia mas miedo a que me pegaran algo que al Dengue.
En la proa del barco cruzando el rio
Fuimos al mercado del Vero Peso a ver las pescaderías completamente abarrotadas de peces del río, era impresionante, no conocía ni un solo pescado, bueno si las pirañas que al verlas te las imaginas dándote un bocao y solo de imaginarlo te duele, también había una especie de túnido que es un delfín de río, “sururu” que son mejillones del río y un pez que me llamo poderosamente la atención el pirarucú (o piracurú nunca me acuerdo) un pez con un aspecto completamente prehistórico, como el esturión pero mas y con unas escamas durísimas que al sacárselas al pescao sirven para limarte las uñas…de verdad, me traje varias de ellas.

Después estuvimos tomando cerveza en unos bares que hay a la orilla del río, un montón de bares que en realidad son terrazas construidas sobre estacas, como palafitos de tal manera que estas directamente encima del agua, son terrazas amplias en las que la gente bebe, baila y hay buen ambiente en general vimos una estupenda puesta de sol sobre el Amazonas.

Al día siguiente nos levantamos a las 5,30 de la mañana para coger un barco que nos llevaría a Soure una pequeña ciudad que esta en la isla de Marajo, en la desembocadura del río. Después de 4 horas de travesía cruzando uno de los brazos del Amazonas (hubo un memento en que no se divisaban los márgenes) llegamos a Camara, un pueblito de la isla donde cogimos un autobús hasta Sure, durante el camino me asombraba muchísimo que veíamos casa con aspecto de chozas de techo de paja y eso, con una especie de porche y en casi todas ellas había un billar americano….si allí en mitad de la nada había un montón de billares, en aquellos años en Madrid estaban muy de moda y casi todos los bares tenían uno….y allí en los márgenes de la selva amazónica también ¿?
El billete del barco a Sure

Cuando llegamos a Sure me pareció un sitio encantador una población en la que casi todas eras construcciones de una planta con un pequeño jardín al frente bordeado por una valla de madera (para evitar que las cabras y búfalos que andaban por la calle se colaran) y pintadas de colores chillones las calles principales eran muy anchas muchas sin asfaltar y con unos inmensos árboles de mango de 15 metros o más de altura cargados de fruta y con muchísimos mangos estampados en el suelo que habían madurado y habían caído desde esa altura…..resultaba inquietante pensar que uno de esos te podía dar en la cabeza.

Luego fuimos al hotel Marajó un hotel con una pequeña piscina, aire acondicionado y las habitaciones estilo bungalow….también había una discoteca que nos dio algunos problemas de ruido as noches siguientes, nos instalamos nos bañamos y después salimos a dar una vuelta por el pueblo, realmente delicioso, idílico….

A la mañana siguiente cogimos un autobús para ir a la playa de Peixador que estaba a unos 12 Km. del pueblo, al llegar allí disfrutamos mucho era una playa con sus chiringuitos par a beber cerveza, su arena fina y olas muy pequeñitas, una playa normal, bueno había una cosa que la diferenciaba de las demás, el agua de la playa no era salada, era dulce, si era una playa del río Amazonas. Después de tomar algo dimos un largo paseo hasta el final de la playa donde comenzaba la selva y llegamos a unos igarapés, una especie de canales entre los manglares con barcos varados (eran como el Reina de África), luego volvimos dando una pequeña vuelta y encontramos el poblado de Santa Luzia, un pueblo sobre palafitos y como no uno de aquellos bares con billar y cerveza fría….nos pasamos jugando y bebiendo un buen rato y muy muy divertido yo no paraba de gritar Alo…Alo…conexión con la playa de Negrín…aquella canción de Radio Futura.
Una pluma recogida en un Igarape, pegada en el cuaderno diario

De vuelta a Belem nos instalamos en otro hotel diferente de los días anteriores, bien, salimos a cenar unos bocadillos de Leitâo que son como los bocadillos de pata canarios, recordé mis estupendos fin de año en Canarias. Al día siguiente paseamos por Belem y fuimos a dos sitios un parque llamado ”El Bosque” que es como El Retiro madrileño pero mas pequeñito y con animales tropicales sueltos por allí, papagayos monos y sobre todo tucanes que cada día me fascinan mas, el otro sitio al que fuimos fue el Museo Emilio Goeldi que es un parque botánico y pequeño zoo solo con especies amazónicas, allí pude ver una vez más a los tucanes completamente alborotados y gritando….había una persona hablando con ellos y esto les excitaba muchísimo, había también una tortuga gigantesca con enorme caparazón abombado que desde luego andaba muy lentamente, después de ver a todos los pájaros tropicales que allí con sus estruendosos colores y sus insólitas combinaciones me quedo claro que el arte imita a la naturaleza. Uno de los animales más que logre ver en este museo fueron a los cocodrilos, y no caimanes como suele haber en la mayoría de los zoos sino cocodrilos (jacares) animales de mas de tres metros de largo absolutamente impresionante, estábamos junto a un estanque lleno de nenúfares y plantas acuáticas e Imanol me decía míralo ahí esta, pero yo no lograba verlo….mira me volvía a decir el..ahí…pero yo no lo distinguía, cuando de repente lo vi un enorme animal absolutamente mimetizado e inmóvil del que solo sobresalía del agua parte del lomo lo ojos y no se si algo mas, fue una visión turbadora….tuve la sensación deque estaba a su merced, si hubiera querido atacarme lo habría hecho sin que me enterara hasta que estuviera en sus fauces…..




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