lunes, 13 de abril de 2020

Primera vez en Paris

La primera vez que fui a Paris fue como tienen que ser todos los viajes a Paris una espléndida aventura romántica, cada día, cada hora, cada minuto de aquel viaje fue un desbordante cúmulo de sensaciones amorosas, y digo el viaje y no se esta bien empleada la palabra porque el viaje, al menos el de ida lo hicimos por separado.

María y yo nos vimos en Paris después de muchas peripecias, yo trabajaba en Madrid pero me había empeñado en ir a una feria de teatro y eventos que había en Paris, pero hasta el ultimo momento no sabría si podría ir, ella a su vez estaba de viaje por Italia con una amiga y no sabia si podría despegarse del viaje para llegar hasta allí, durante el tiempo que duró su estancia en Italia hablábamos por teléfono para intentar combinar el viaje y también porque deseábamos escuchar nuestras voces y hablarnos…


Al final yo cogí el tren para  la Gare de Austerltz y ella dejo el viaje cerca de Marsella para encontrarnos, la primera noche la pasamos en un pequeño hotel que la verdad ni me acuerdo donde estaba (pero es posible que estuviera cerca de Les Halles, el antiguo mercado mayorista donde se desarrolla la película Irma la Dulce, “pero eso es otra historia” como diría Moustache), solo recuerdo que la habitación era minúscula y había que subir como cinco pisos por unas escaleras estrechas y empinadas (con el tiempo me he dado cuenta de que en Paris hay muchísimas casas así), pero para nosotros el sitio era ideal.

Al día siguiente me puse a buscar a un tío que conocía de Madrid un actor que harto de la intransigencia madrileña se había ido a vivir a Paris, por alguien nos enteramos que trabajaba de camarero en un restaurante español en la ciudad Bar Pepe creo que se llamaba, y allí nos presentamos y allí nos recibió como si fuéramos amigos de toda la vida y nos ofreció su casa  y además nos presto algo de dinero (Paris en aquella época para un español era carísimo), a este amigo le vi al cabo de los años, incluso trabajamos juntos en Paris y ya estaba completamente implicado en el mundo del Teatro de Paris, que no es poco decir.
Durante esos pocos días, yo me olvidé por completo de la Feria que supuestamente había ido a visitar, pase solo una tarde por ahí deprisa y corriendo y el resto del tiempo lo dedicamos a nosotros (diría a nuestro amor pero no me atrevo….) visitamos el Sacre coeur, paseamos por Montmatre y por Saint Michelle, admiramos el puente de Alejandro III antes de que se convirtiera en “el puente que hay al lado de donde murió Lady Di”, el Centro Pompidou, donde después de una magnifica visita y de mirar embelesados en la tienda de regalos todos los fascinantes chismes que allí tenían María me regaló un preciosa pluma modernísima en aquel entonces con todo el exterior chapado con pequeños dibujos que reflejaban todo el espectro de luz, también estuvimos en el cementerio Pere Lachesse, estábamos completamente despistados paseando por el cementerio intentando encontrar alguna de las tumbas famosas que había y no lo conseguíamos, había lapidas y panteones espectaculares pero de nadie conocido para nosotros…en esas estábamos cuando escuchamos silbar a un trabajador que estaba limpiando una lápida, estaba silbando la canción mas conocida de la ópera Carmen, le miramos asombrados, nos acercamos hacia allí y ahí estaba la tumba de Bizet. Era el final del verano, casi otoño  y Paris estaba en pleno apogeo a nuestra disposición.

Y nos toco volver….compramos los billetes de tren para ir a Madrid por Irun, el camino habitual del tren y el mas corto, Llegamos a la estación, con el tiempo justo, y allí nos dijeron que el tren a Madrid había sido suspendido porque había una amenaza de bomba….y allí nos quedamos esperando sin saber nada de repente cuando llevábamos varias esperando nos dicen que el tren se va a desviar y que va a ir hasta La Junquera para entrar a España. Bueno pues nada subimos al tren y había muy poca gente y pudimos instalarnos en un compartimento para nosotros solos, allí siguió nuestra aventura parisina durante todo el viaje,  súbitamente lo que era un viaje de 12 horas se había convertido en un viaje de 24 horas, no nos importó, así tendríamos mas tiempo para estar juntos, no sabíamos lo que pasaría cuando llegáramos a Madrid, pero en aquella ocasión Paris fue lo que siempre tiene que ser Paris una ciudad única para vivir un romance verdadero.








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