domingo, 12 de abril de 2020

Descripción Zoco chico Tánger 10-93

En el viaje de “viajero”, es decir no de turista sino un viaje sin objetivos fijos ni fechas de ida o de vuelta, un viaje de “viajero”,  el mismo día de llegar a Tánger me compre un cuaderno y me senté en un café en el Zoco Chico, no en el que me solía sentar habitualmente cuando iba allí, sino en otro al lado que tiene menos turistas y la terraza ideal para observarlo todo, y empecé a hacer este ejercicio de descripción de la plaza.

El Zoco Chico es una plaza pequeña, es mas como un ensanchamiento de la calle en forma de triangulo truncado en la base de este triangulo hay un edificio de cuatro plantas y en los bajos esta el café Tingis, con unos ventanales que dan la impresión de estar completamente abierto a la calle, la terraza esta subida en un altillo (la foto es mas moderna y han quitado el altillo), en el lado izquierdo hay otro café mas oscuro en la terraza y en el interior pero al no tener el altillo en la acera cuando estas sentado en él tienes la sensación de estar mas implicado en las cosas de la plaza. Enfrente de este café esta la “Pensión Fuentes” con la terraza en el primer piso donde la gente se fuma los porros con total tranquilidad, al lado hay un pequeño estanco y una tienda de “cosas finas” que se llama Volubilis, hay también una peluquería de hombres y otra tienda.

En el lado estrecho de la plaza hay un café pequeño, con un piso pequeño encima y al lado una construcción que parece como una Iglesia cristiana, y que esta siempre cerrada, no es que tenga campanario ni ningún otro signo externo, pero tiene pinta de iglesia u hospital de beneficencia.

El ambiente a esta hora anochecida es impresionante, mucha gente que pasa con mas o menos prisa, los comercios abiertos, los cafés llenos, los niños corriendo y jugando por todas partes, los pequeños y modernos ciclomotores que cruzan la plaza a toda velocidad, y aquí sentado en la terraza del café se pueden observar multitud de pequeñas historias, como de una esquina a otra de la plaza y sin decir ni una sola palabra te invitan a fumar hachís, como un vendedor de cigarrillos sueltos se coloca al lado de otro que ya estaba allí y este protesta gravemente pero consiente, como llega una multitud de gente a pedirle cambio al camarero del café y este lo niega sistemáticamente, a estas horas a penas pasan ya turistas, solo tangerinos camino de su cena.
Ahora recuerdo la primera vez que estuve en Tánger a principio de los 80, vine con mi amiga Mir, y sin saberlo habíamos llegado al comienzo del Ramadán, al anochecer el Zoco Chico era un hervidero de gente que iba y venia con bolsas de comida, que a veces asomaba, o se adivinaba dentro de sus bolsas, sandias, melones, hierbabuena, dátiles, cacerolas con sopa (harira), y de repente cuando el Almuecín comenzaba a cantar ( dicen que es cuando en el  exterior no puede distinguir un hilo blanco de un hilo negro), todos, absolutamente todos se ponían a comer, podías pasar por delante de las tiendas con las puertas abiertas y todos comiendo, muchos te invitaban a comer con ellos, aquella vez pude descubrir una forma peculiar de cortar la sandia y el melón que he utilizado desde entonces, se trata de cortar estas frutas en rodajas y luego estas en trozos cónicos que permiten aprovecharla al máximo y poder comerla sin mancharte pues la coges desde la cáscara, la comes de un bocado y ya esta.             

Aquella vez en Tánger con el Ramadán la cosa fue muy sorprendente, pues como los marroquíes están casi toda la noche despiertos, la playa que hay en la ciudad que está llena de bares y discotecas, y estaban abiertos hasta las tantas, con música principalmente Reggae, era inusual y divertido.







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