A Lisboa he ido bastantes veces, y puedo decir que, de las ciudades que conozco de Europa es una de mis preferidas, desde la ultima vez que fui ha cambiado, para mi desgracia ha perdido parte de su idiosincrasia y es parecida a todas las ciudades turísticas, pero sigue siendo magnifica, o al menos los recuerdos que yo tengo de ella.
Creo que la primera vez que fui iba con Karen, que bajábamos desde el norte con un viejo seat 124 en el que llevábamos una tienda de campaña y todos los achiperres necesarios, fue un buen viaje. Y es posible que fuera esta vez la que decidí que podría ir para allá en otro momento e intentar presentar un proyecto al Ayuntamiento de la ciudad (Cámara Municipal), cosa que hice tiempo después.
Ademas he estado muchas otras veces, con mis hijo en unas navidades, con Maria, trabajando para Turismo Andaluz...y alguna mas, pero la que mas tiempo pase allí fue en 1992 cundo, efectivamente trabaje con la Cámara Municipal, pero eso lo contare en la segunda parte de esta entrada.
Lisboa para mi es una ciudad completamente melancólica, y eso me encanta, aunque quizás es Saudade de la ultima vez que estuve allí, en una de mis estancias me enamore de una preciosa chica, de la que no diré el nombre, y al contarlo en Madrid donde vivía, la hija pequeña de unos amigos, que estaba escuchando dijo con total acierto, “tu no estas enamorado de.....estas enamorado de Lisboa”. Si, así es por eso me temo que este post va a ser mas intimo de lo que tengo acostumbrado y quizás resulte solo una lista de los lugares maravillosos que conozco y que podríais encontrar en cualquier guiá, pero mientras lo escribo lo recuerdo y me emociono, y me gusta.
Nunca me gusto el Barrio Alto, el barrio donde estabas los bares modernos y las discotecas, me parecía como todos, pero subiendo para allí descubrí justo donde desemboca el elevador de Gloria un local “La casa do vinho do Porto” un lugar fantástico, como si fuera la planta baja de un castillo , con salones de piedra y cómodos sillones para pasar momentos deliciosos, y una carta de vinos con mas de 100 referencias de Oporto...el sitio perfecto porque el local marida perfectamente con el producto. Al salir de tomar el vino podías sentarte un buen rato en el mirador que hay enfrente y contemplar Lisboa al atardecer y perderte en las ensoñaciones del castillo que esta justo en la otra parte de la ciudad, o mirar a “O noso Tejo” como llamábamos al rio en aquellas románticas jornadas. Subiendo un poco mas para arriba y callejeando un poco esta el “Pâvillao Chinesse”, un bar no muy grande absolutamente repleto de todo tipo de colecciones, completamente barroco, con varias habitaciones/recovecos, buenas bebidas y al fondo en una sala una mesa de billar, siempre que he ido a Lisboa he estado allí, con tod@s “mis partenaires”, pero recuerdo sobre todo una noche con Maria jugando al billar en aquella sala decorada de terciopelo rojo.
También muy cerca del elevador da Gloria, en una de las calles que van a dar a la Rua da Gloria había una sala/teatro al que, como a muchos otros de Lisboa, se accedía desde la calle por una puerta normal, ni siquiera con un portal, solo una puerta mas en la acera a la que había que llamar y te abrían, nada mas entrar había una escalera muy empinada que llevaba a una sala desde la que se accedía al un teatro bastante grande pero sin butacas en el patio, solo con algunas mesas y mucho espacio para bailar....pude ir varias veces y todos los jueves había una banda que tocaba solo merengue de cabo verde, con un ritmo superbailable y un sonido muy peculiar como las antiguas guitarras eléctricas con cierto recuerdo a lata....era absolutamente embriagador, por varios motivos...También cerca de la plaza del Rocio esta (me imagino que seguirá estando) A Casa do Alentejo, exactamente igual un portal normal, una escalera empinada que lleva a un complejo con patios árabes, bares y restaurantes con azulejos, salones de baile como parisinos, salas con escenarios para orquestas....en fin seguro que muchos lo conocéis un sitio completamente fantástico, yo iba mucho a comer y ademas la concejalia de Juventud de la Cámara Municipal de Lisboa hacia allí muchos actos y celebraciones, por lo pode vivir muy distintas experiencias. Un poco mas alejado hacia Martín Moniz había otro sitio parecido, la sede del sindicato mas antiguo de Portugal, se llamaba “A Voz do Operario” todo el edificio era del sindicato, y como en la segunda o tercera planta había, un teatro bastante grande, y casi toda la infraestructura y la decoración estaba construida en hierro resultaba un espectáculo digno del mismísimo Eiffel.
Los domingos se celebra en un barrio en la falda del castillo de San Jorge una especie de rastro que se llama “A feria da Ladra” en él, debido a la influencia inglesa en Portugal (siempre prefirieron vivir de espaldas a Espanha), se podían encontrar grifos, aldabas y todo tipo de objetos de bronce, incluidos efectos marinos, ademas de lo habitual en estos mercados, en los aledaños del rastro estaba el Mercado de Santa Clara, un mercado de abastos normal, pero mucho mas limpio que los españoles de la época, en el que había un restaurante magnifico, con una elaborada cocina de autor, fundada en la cocina tradicional, una verdadera delicia.
Bajando otra vez hacia la plaza del Rocio y subiendo por la calle del Almirante Reis hay un sitio para tomar las mejores gambas al ajillo “ever”, el aceite de oliva portugués es mas fuerte que el español, y le daba a las gambas un sabor excepcional, y con una salsa en la que no podías de mojar el magnifico pan de Lisboa….con mi jefe de la Semana de Andalucía pasamos bastantes veces por allí, un poco mas arriba en la misma calle había una cervecería con buena cerveza y “petiscos” moelas, pastel de Bacalhau, queijo fresco o curado...sardinas, estupenda. A “Cervejaria da Trinidade” es mejor y mas bonita, pero el hecho de ser tan famosa y estar llena de turistas la hace insoportable.
A principio de los noventa abrieron justo debajo de donde el puente de Alcántara se acerca al rio el Café Alcántara, un restaurante decorado con estilo modernista y con una cocina donde las nuevas tecnologías en la elaboración y conservación de los platos se hacia patente, una especie del Palacio de Anglona de Madrid, pero 20 veces mas grande, luminoso y acogedor, un sitio maravilloso que aún sigue abierto y que espero que no se haya dejado influenciar por la avalancha de turistas masificados y lo que yo llamo la uniformidad de la hostelería mundial, es decir, grandes parasoles de lona verde, con mesas indefectiblemente atendidas por camarer@s jovenes y guap@s vistiendo un mandil negro largo, en los que si te despistas por un momento, no sabes si estas, en París, en Granada, en San Diego, en Tanger o en Lisboa…para mi significa casi lo mas triste de la globalización.
Y volviendo desde aquí a la Praza do Comercio antes de llegar nos encontramos con el Cais do Sodre, desde el que salen los barcos para distintos destinos en la otra orilla de “O nosso Tejo”, entre los diferentes destinos el mas común es Caçillas, que es un pequeño pueblecito que esta enfrente pero que sobre todo es una estación de autobuses para toda la gente que vive en las poblaciones fuera del casco urbano de Lisboa, desde Caparica hasta Barrio de Pinhal, para mi es un viaje obligatorio, antes odiaba esta especie de intercambiador, pues los barcos para Caçillas salian desde el Cais de Alfandega que estaba justo en la plaza del Comercio, pero luego lo cambiaron, y también los barcos, que hace unos años eran pequeños barcos que salían cada poco tiempo y ahora son mucho mas grandes y en algunos de ellos se puede ir hasta con el coche en cubierta (estos son los menos), siempre cruzo a Caçillas a comer en un pequeño restaurante popular de mesas corridas que se llama O Caçilheiro, un restaurante pequeño, que los domingos se llena de familias celebrando cualquier cosa, o simplemente disfrutando de una comida popular compartida en la misma mesa, con las enormes bandejas llenas de Bacalhau, Cozido de Garbanzos, Lulas, ensalada de Pulpo y poca o ninguna verdura, solo los grelos que acompañan al potaje….algunas veces también he ido al restaurante que estaba pegado a la antigua estación del barco que se llama O Farol, me llevaron por primera vez unas amigas lisboetas y comí una Açorda Alentejana, y sobre todo probé por primera vez el arroz de Bacalhau, que luego he cocinado a bordo de todos los barcos en los que he navegado y que me sigue pareciendo un plato muy marinero. Al finalizar la comida iba paseando por la orilla del Tajo hasta un bar(que en principio habían montado unos españoles) que se llama “Atirate ao Rio” un sitio muy tranquilo donde tomar una “bica”, un café solo muy concentrado como el ristreto italiano, aunque a mi la bica me gusta mas, recuerdo que era problemático que lo sirvieran cortado con leche, les parecía una barbaridad, cuando les decía”uma bica con un pingo de leite” algunos me miraban con mala cara.
Y por ultimo aunque no lo menos importante la Fundación Gulbenkian, como sabréis este era un tipo que se invento el “temita” de cómo vender el petroleo de los países del Golfo (ya se llamaban así antes de que fuera a vivir el emérito) y el solo pidió a cambio el 3% de las transacciones que se realizaran con el crudo, como podéis imaginaros su fortuna era inmensa y el tío se dedico a comprar arte por todo el mundo y creó esta fundación en Lisboa donde hay un museo que exhibe las piezas, y ademas es un centro cultural importantísimo en Lisboa y Portugal desde luego, pero también para el resto de Europa. Lo he visitado varias veces, la verdad creo que cada vez que voy a la ciudad intento encontrar un hueco, me fascina, allí delante de un plato de cerámica persa sentí por primera vez el Síndrome de Stendhal, y no me ha abandonado desde entonces, estando delante de esa fuente empece a sentir malestar físico, mareos, taquicardia, respiración forzada, deseaba, quería, necesitaba aprehender la belleza de ese plato de una manera mas satisfactoria que la simple contemplación, necesitaba más, tocarlo, poseerlo, comprenderlo, sentirlo en todo mi cuerpo...se que puede parecer un snobismo pero eso es lo que me ocurrió y me ocurre a menudo con otras piezas artísticas, me pasa también con personas, pero no es nada sexual….trasciende a ese hecho...en fin…
Otra de las maravillas de la Fundación es su colección de piezas de Lalique, todas de estilo modernista y que van desde frascos de perfume hasta broches y pendientes, este estilo artístico me fascina en todas sus facetas, desde la arquitectura hasta las vidrieras y los estampados en tela, los edificios de Gaudi en Barcelona, Domeneq y Montaner, Horta en Bruselas o los muchísimos que hay en Praga son una ensoñación.
En un pasillo de la fundación hay un gran ventanal cuadrado que va desde el suelo al techo y deja ver un pequeño patio interior de apenas 40 metros cuadrados, con un jardín estilo japones en su interior, frente al ventanal hay un banco donde sentarse a observar la naturaleza como obra de arte, perfectamente enmarcada en el ventanal...sublime.
Cuando oía hablar a Jose Saramago de conformar la República Ibérica con España y Portugal era realmente motivador me parecía magnifico, deseable y una utopía a perseguir, pero si fuera portugués no se si estaría tan de acuerdo, ellos siempre han huido de España y por el Atlántico les ha llegado la influencia Inglesa y desde luego se nota, han podido escapar de la aspereza y falsa severidad española.
Aquella maravillosa intención de Saramago que tantos compartimos como el inicio de una superación de las dolorosas fronteras... Buen post, Antonio.
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